Echar la vista atras y apreciar el giro radical que ha dado tu vida, en ocasiones te puede poner los pelos de punta, producir felicidad, o ansiedad... cualquier cosa, menos dejarte indiferente.
Hace diez años, todo era totalmente diferente, mi vida, estaba a punto de desahacerse en añicos. A punto de dejarme hecha polvo, con el alma en pedazos, sumida en la más absoluta miseria personal, sin ganas si quiera de respirar.
Pero cierto es, que tuve un hilito de aliento, un suspiro de esperanza, un motivo por el que intentar respirar... Siempre, siempre, estuvista a mi lado, cuando has tenido que estar, y cuando no. Cuando te ha apetecido y cuando lo has necesitado.
Ahora, en este momento, todo lo que sabemos tu de mí y yo de tí, no sale de nuestras bocas, sino que nos lo cuentan, lo oimos, nos enteramos. Es más, si nos vemos, ni nos miramos. Ni tu lo has hecho lo mejor que sabías, ni yo lo he hecho bien. Pero cierto es, que aunque me duela, no te guardo rencor.
Por todo esto, y por mucho más, que solo tu y yo sabemos, porque hoy hace diez años, que decidimos juntar nuestras miradas en una única dirección, y caminar a la par, al mismo ritmo, cada uno por su lado, pero a la vez.
Sin tí salir adelante, hubiera sido imposible. Por eso, y porque quizás las cosas nunca serán como antes, pero nadie nos podrá decir, que no lo intentamos, y que no lo hicimos lo mejor que supimos. Por eso, te quise, te quiero y te querré siempre, a mi manera, diferente a todo el mundo, solo como a tí, Mi Niño, se te debe querer.
Nos juntamos con Sabina, y nos separamos con Pereza... pero siempre me hiciste sentir una Princesa.
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